lunes, 29 de agosto de 2011

México: Sangre y grandeza


A los alumnos del Diplomado "Dirección y Coordinación en Seguridad Pública" del Instituto Ortega y Gasset en México, por su amabilidad y calidad humana, por sus enseñanzas e interacción: enseñar mientras uno aprende simultáneamente, constituye una forma privilegiada de enriquecimiento humano.



Regreso de México y mientras el avión atraviesa concentraciones de nubes que forman paisajes oníricos, parecidos a imposibles mares de hielo en las alturas, trato de ordenar las impresiones de estos seis días vividos en el país centroamericano. Impresiones que,  por fuerza, son intensas y muy vivas, como consecuencia del contraste dramático experimentado entre su grandeza, su hospitalidad, la belleza de sus ciudades y el sufrimiento continuo experimentado como consecuencia de un clima de inseguridad, terror y violencia que esta semana ha golpeado con una intensidad intolerable a la sociedad mexicana.

Sin embargo, el daño más profundo, el revés más íntimo me ha parecido encontrarlo en un lugar mucho más hondo: en el del sentimiento colectivo, en la irreparable sensación de desamparo y de corrosiva desconfianza hacia todo y hacia todos, creando un clima de cuestionamiento de los fundamentos del Estado. Lamentablemente aterricé con la estela del estupor creado con motivo del tiroteo a las afueras del Estadio de fútbol Torreón y regreso a España, seis días después con el impacto letal del ataque perpetrado el jueves en Monterrey. Entre medio, el asesinato del periodista Humberto Millán Salazar, que aparecía en un descampado del difícil estado de Sinaloa con un disparo en la cabeza. La sociedad mexicana se agita indignada en su hartazgo y el enorme grado de descontento amenaza con calentar aún más si cabe, el proceso electoral que se avecina para 2012.

Invitado por el Instituto Ortega y Gasset y por el Centro Fox, he participado como ponente en el Diplomado “Dirección y Coordinación en Seguridad Pública”. Durante dos días, en el extraordinario Centro Fox junto a la no menos sorprendente y bellísima ciudad de Guanajuato, hemos intercambiado reflexiones y experiencias en materia de seguridad, inteligencia y formación especializada. Las dramáticas noticias analizadas cada mañana en el aula sobre los índices de criminalidad y violencia han hecho paradójica cualquier mención a medidas de seguridad preventiva mientras el País se desangra. Los niveles de indignación social corren paralelos a las alarmantes noticias de continuas ejecuciones, tiroteos, delitos de todo tipo vinculados a la mayor lacra que sufre México. Sin embargo, los 54 muertos como consecuencia del ataque perpetrado a un casino en la ciudad de Monterrey, en el estado de Nuevo León, alcanza tal grado de barbarie e indignación colectiva que las palabras difícilmente aciertan a expresar el sentir profundo.

Ocurrió el jueves, en la sofisticada ciudad de Monterrey, sede del prestigioso Instituto Tecnológico, centro puntero de investigación  internacional en el que se encuentra la Cátedra de Sistemas de Inteligencia Estratégica coordinada por mis queridos amigos Jorge Tello y Mario Villarreal. Allí, en su compañía, en el aula y frente a los alumnos matriculados, recuerdo  con gran afecto y admiración el ambiente  docente de una jornada extraordinariamente fértil el año 2009, la segunda vez que visitaba el País. Perder Monterrey a manos del narco, dicen aquí, la joya mexicana del norte, resultaría un hecho intolerable. Como en las viejas arengas que recuerdan a tiempos pasados en que las ciudades asediadas resistían al mismo tiempo con armas y proclamas a ejércitos invasores, un grito se oye por doquier: “No nos dejaremos arrebatar la ciudad”.

Pero el jueves, mientras me trasladaba de México DF al aeropuerto de Guanajuato se iban conociendo los detalles de la escena dantesca. Unos desconocidos a los que ya se ha puesto rostro mediante retrato robot, entraron a las 15.48 en el Casino Royale, rociaron de gasolina el interior, alertaron a las casi trescientas personas (la mayoría mujeres) que se encontraban dentro en ese momento de que salieran corriendo, arrojaron varias granadas y causaron una matanza en lo que parece una nueva escalada cuantitativa y cualitativa de las formas de la violencia extrema en México. Todo ocurrió en apenas tres minutos. Como he leído, la gente de México piensa que ya lo ha visto todo, pero parece que siempre hay un punto más allá de barbarie cuando se habla de vesania.

La prensa apunta a que el atentado se produjo como consecuencia de que los propietarios se habían negado a pagar la “cuota” semanal de 140.000 pesos. Pura extorsión. Mientras, el análisis hecho por Stratfor subraya varias hipótesis: no fue tanto un acto de terrorismo indiscriminado como el resultado de la lucha entre grupos rivales. No se buscaba matar sino atacar el negocio que no había cumplido con lo estipulado, pero al final se les fue de la mano. Este casino, al igual que otros anteriormente atacados, están bajo el dominio de un grupo rival. Existe la posibilidad de que se tratase de un paso más en la campaña coordinada de ataques a los casinos de grupos y cárteles enemigos para cortar el flujo de efectivo que le proporcionaba este negocio.

Pese a todo ello, se ha vuelto a verificar la enorme capacidad de respuesta solidaria de los mexicanos que han aprovechado el poder que les brinda Twitter para ayudar, coordinar, informar y, en definitiva, ofrecer una alternativa de comunicación solidaria en momentos tan dolorosos y crispados. La red de voluntarios tejida en torno al Centro de Integración Ciudadana de Monterrey es un buen ejemplo de todo ello. Al mismo tiempo, como respuesta espontánea a la violencia se producen las denuncias de las actividades de los narcos canalizadas en las redes sociales.
Mientras me traslado de un punto a otro de la ciudad en coche, la radio suena y ya no se duda en calificar a México, no sin cierta inconsciencia, de Estado Fallido, denominación que de sobras conocemos su controversia, su problemática normativa y el frágil consenso internacional en torno a su definición. Somalia es un Estado fallido. Muchos países de África occidental lo son, convertidos ya en base territorial y logística de los señores de la droga procedentes de centro y Sudamérica. ¿Pero lo es México? No. Sólo es preciso integrarse en el tejido urbano, comprobar que la vida late, que las instituciones son perfectibles pero en absoluto inexistentes. Pero la sociedad sufre, y mucho. El asunto no es baladí, ya que la sola mención levanta enormes olas de indignación en muchos sectores de la población y no diré nada en la clase política. Los periódicos, la radio, las conversaciones…, todas giran en torno a la violencia desaforada en muchos estados del País. Ciudades ya marcadas a sangre y fuego como Acapulco, Veracruz, el “laboratorio” de Sinaloa, municipios de Tamaulipas, Chihuahua, Ciudad Juárez, ahora la industrializada y moderna Monterrey en el Norte…







  Calles de Guanajuato, el pasado domingo. Serenidad en sus calles, colores de convivencia y sensatez.


Aún así, no cesa la inversión en seguridad ni el desarrollo de medidas preventivas de gran calado. Véase, por ejemplo, el Centro de emergencias situado en Cecilio Robelo, en las instalaciones del antiguo Agrupamiento de Granaderos (México DF), el C4I más grande de América (20.000m2 y 34000 de construcción). Concentrará, procesará y analizará las imágenes de las 8088 cámaras de videovigilancia que se instalen por toda la ciudad para dar respuesta a un desastre natural, a una situación de emergencia crítica pero también a la inseguridad urbana mediante funciones de inteligencia y prevención delincuencial.

Y tampoco el campo de la reflexión y el ofrecimiento de respuestas se queda atrás. El grupo de expertos liderados por la Universidad Nacional Autónoma de México ha presentado este mes de agosto el informe Elementos para la construcción de una política de estado para la seguridad y la justicia en democracia, que ha causado sensación por su calidad en el que se indican 36 recomendaciones concretas para mitigar la sangría. Recomiendo la lectura de su página 31 y las muy interesantes 5 recomendaciones del punto 4.7 referido a Sistemas de Inteligencia: 

“2. Es necesario formar profesionales civiles de defensa, conocedores del presupuesto y de la planeación de la política militar y capaces de fungir como puentes de comunicación entre los mandos militares y civiles”.



A pesar de todo ello y de los avances, muchas voces en el mundo periodístico continúen criticando los resultados, los fallos, las inercias y los malfuncionamientos. Diríase que México es una inmensa cantera para el análisis de lecciones aprendidas, tanto las positivas como las fallidas en materia de inteligencia. En todo caso, para comprender con rigor y detalle las circunstancias, los matices, el análisis fino de lo que sucede, me dejo guiar por lo que el presidente del Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia (CASEDE), mi buen amigo Raúl Benítez Manaut ha investigado y escrito desde hace años con enorme rigor y acierto.

Al día siguiente, viernes, en el transcurso de la ceremonia de clausura del Diplomado en el que yo participaba, el ex presidente del País, Vicente Foix, hizo un llamamiento crítico a toda la ciudadanía, a los poderes públicos, a todo el pueblo de México. Sus palabras reflejaron la intensidad del difícil momento y encontraron una repercusión mediática por cuanto sus propuestas marcan un punto de inflexión en las formas de expresar el problema de la inseguridad latente en México. Pude escuchar de primera mano esta intervención al encontrarme al lado del presidente Fox. Y, naturalmente, al momento entendí que se trataba de una declaración de enorme calado, que no eludía los términos más controvertidos por su nombre:

“Lamento tener que ser una voz discordante, los hechos nos dicen que no es con violencia como se combate la violencia […]”

A continuación, fueron cinco las propuestas desgranadas: Replanteamiento de la regulación de drogas, Reforma de instituciones de seguridad y justicia con policías profesionales respetados y apoyados, Acciones que se conviertan en oportunidades de futuro: trabajo, estudio y deporte, Restablecer medidas ejemplares contra los delincuentes y acabar con la endémica sensación de impunidad, Llamar a un grupo de expertos internacionales que aporten ideas, soluciones y visiones conducentes a encontrar salida. Naturalmente las dos últimas han hecho correr ríos de tinta porque no son fáciles de digerir: “convocar a los grupos violentos a una tregua y valorar la conveniencia de una ley de amnistía”.

No tardaron en conocerse las reacciones a esta declaración. Pude oír las críticas al expresidente Fox cuestionando los resultados de la lucha contra el narcotráfico durante su mandato presidencial. De lo que no había duda era de que su voz no era aislada en ese momento. De hecho, en la misma línea, el escritor mexicano Carlos Fuentes expresó que en México “se debe despenalizar la droga y pedir ayuda a la policía israelí, francesa o alemana por sus buenos efectivos para enfrentarse al crimen". Se producen llamamientos a la cooperación policial internacional, se pide ayuda para cambiar este insoportable estado de violencia.

Pero yo no podía dejar de pensar que, tan sólo un día antes me encontraba transitando por las calles de la capital, observando y disfrutando apaciblemente de la grandeza de su centro histórico. Por ello, no pueden quedar difuminados, a pesar de semejantes hechos, los momentos felices vividos estos días en México. No sería justo y, por consiguiente, me aferro a ellos también para subrayar una vez más la grandeza de un país que ofrece al visitante su sincera corriente de amabilidad y su sonrisa permanente. En mi caso, el DF y Guanajuato han servido de nuevo como escenario para verificar por cuarta vez en mi vida el placer que provoca el paseo por las particulares huellas coloniales. Superado el primer momento de rechazo vivido hace muchos años, he podido tomarle el pulso otra vez a la capital, dejando que el DF me lleve tanto por rincones conocidos como por esquinas ignotas que han revalidado el gusto que me provoca pasear por su centro histórico: Palacio de la Inquisición, la casa de los Azulejos, casino español, Donceles…

Me quedo con todo ello. Con la extraordinaria calidad de los alumnos del Diplomado, responsables policiales que afrontan una tarea francamente difícil en todos los órdenes. Me quedo con la hospitalidad de viejos y nuevos amigos  y con la cara positiva de un país que, esta vez sí, he visto sufrir en primera persona.


 Horizontes de futuro en México


Diego NavarroB.



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