lunes, 24 de octubre de 2011

Los documentos y las trazas escritas como fuente de inteligencia: adelanto de investigación


El cometido no podía ser más fácil. El estado policial fascista había llevado fichas completas de las actividades de todos sus ciudadanos y nosotros heredamos sus extensos archivos en la planta superior de la Questura o Dirección General de Seguridad. El noventa y nueve por ciento de la información registrada allí era increíblemente trivial y en general reveló que casi todos los italianos llevaban una vida política de absoluta neutralidad, aunque eran proclives a las aventuras sexuales. En conjunto, eran interminables crónicas de vidas vacías. Era necesario un poco más de atención y esfuerzo en investigar a los pocos cientos de personas que habían sido militantes fascistas y que seguían en la ciudad, y a quienes –basándose en buena medida en nuestros informes- podría juzgarse necesario recluir.

Norman Lewis, Nápoles, 1944. Barcelona: RBA Libros, 2008, p.


 
Tal vez los lectores de este blog hayan advertido con cierta inquietud que durante estas dos semanas no he subido ningún contenido nuevo. Pero puedo asegurar que tengo explicación. Aparte de un molesto catarro, el primero de la temporada, el tiempo ha sido recurso especialmente escaso en los últimos días. De hecho, he terminado de redactar hace poco un artículo que será publicado en Tabula, revista especializada en Archivística, gestión de documentos y organización de archivos. Además, está prevista mi participación como moderador en una mesa redonda sobre Inteligencia mañana martes día 25 en el CESEDEN así como una ponencia en las Terceras Jornadas sobre Política y Seguridad Internacional: Estrategias de Seguridad para una nueva década que organiza en la Universidad de Granada el GESYP el próximo viernes.


El caso es que gracias a la invitación de mi querido colega en la Universidad de Salamanca Luis Hernández Olivera, he vuelto a retomar en este artículo que acabo de enviar a Tabula algunas de las ideas que ya había plasmado en mi contribución al Cuaderno de Estrategia nº 141. De hecho, quiero en esta ocasión compartir un avance de las mismas.



 Soldados de Estados Unidos inspeccionando documentos generados por los Ministerios iraquíes durante la invasión. Fuente: www.army.mil


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La mañana discurre tranquila en Vigo. En la cafetería donde se ha efectuado el contacto, aparentemente protegido de miradas indiscretas, la zona está en calma y presenta el aspecto de siempre, un día cualquiera a la misma hora. Nadie diría que apenas cinco minutos antes, los dos individuos que se han sentado en la mesa número seis sólo han bebido dos consumiciones y charlado un rato. En realidad, acaban de cerrar una importante operación de narcotráfico internacional en la que la cantidad de droga revela su alcance: 1600 kilos de cocaína colombiana. Sin embargo, un mínimo detalle será el detonante de toda la operación policial que está en marcha y que, finalmente, les llevará a prisión. Con paciencia infinita, el grupo policial experto en seguimientos lleva toda la mañana observando, acechando a los dos hombres. Es un equipo de policía muy experimentado, sabe cómo observar sin ser visto, apurar los tiempos y la paciencia hasta dar con la pieza. Por eso, antes de que el camarero se lleve los vasos y limpie la mesa, un agente disfrazado corre veloz hacia la mesa donde se han sentado los dos narcos e introduce en una bolsa precintada seis diminutos trozos de papel de servilleta que han quedado en el suelo. A continuación la deposita en el bolsillo de su pantalón y medio minuto después, todo el dispositivo se ha levantado abandonando la escena. Nadie ha visto ni oído nada. A continuación, en el laboratorio de análisis policial, la alegría es evidente: los fragmentos de esa minúscula servilleta han servido de improvisado soporte de escritura para marcar los datos fundamentales de la operación: el nombre de la exportadora de contenedores, el puerto de entrada, el destino final y la cantidad de la droga (Borasteros y Abril, 2011)


A miles de kilómetros de distancia, la unidad especial del ejército de Estados Unidos carga en vehículos blindados los miles de kilos de papel, ordenadores y soportes magnéticos y ópticos de almacenamiento de información que se hallaban desperdigados por los sótanos de los antiguos ministerios de Saddam Husein. Los archivos del Régimen serán fuentes precisas de inteligencia una vez se traduzcan, describan pormenorizadamente y se integren con los demás datos de inteligencia que de manera continua y masiva llegan a los mandos militares sobre el terreno. El objetivo es disponer de una visión holística, integral, de las actividades, nombres de funcionarios, estructuras, departamentos de los ministerios y cartografiar la antigua administración iraquí.

Mientras tanto, en el otro extremo del mundo, la eliminación del dirigente de las FARC colombianas, Raúl Reyes, ha permitido acceder a los discos duros de su ordenador y proceder a un análisis completo de la información capturada en el transcurso de la operación «Fénix». Los resultados siguen suministrando importante datos de inteligencia y el Dossier estratégico titulado Los documentos de las FARC : Venezuela, Ecuador y el archivo secreto de Raúl Reyes (Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, 2011), así lo prueba: en diversos ficheros se mostraba la interrelación de las FARC con el narcotráfico, con bandas terroristas europeas como ETA, planes para derribar aviones civiles y militares, manuales de manipulación y almacenamiento de uranio para su comercio en el mercado negro, así como numerosos correos electrónicos con actas de reuniones clandestinas, propuestas de pago por la liberación de rehenes, etc.

Estos ejemplos, independientes entre sí tanto geográfica como cronológicamente, tienen sin embargo elementos en común que configuran muestras de una práctica de gran recorrido histórico. Sirven de punto de arranque para el desarrollo de estas páginas centradas en un tema de investigación sobre el que hemos avanzado recientemente. Bien sea desde una perspectiva histórica, conducente a verificar la doctrina en materia de acumulación y explotación de fuentes de información para inteligencia o más concretamente para desarrollar propuestas de identificación de la producción documental de grupos insurgentes, terroristas o vinculados al crimen organizado el tema abordado aquí se vincula a dos especialidades que considero íntimamente vinculadas: la gestión de documentos y archivos por un lado, y la explotación de fuentes documentales con fines de inteligencia por otro. Para desarrollar esta interrelación manejo dos conceptos vertebrales: trazabilidad documental e inteligencia.

Esta documentalidad o estudio de los restos escritos, se vincula asimismo con la teoría del documento en general y con el documento de archivo en particular. En estas páginas también se hace hincapié en aquella categoría de documentos no solemnes, englobados bajo la denominación de “escrituras ordinarias”, clasificación que propuso hace tiempo Daniel Fabré. Es, para el caso que nos ocupa, cualquier traza, por pequeña o aparentemente intrascendente que sea, constitutiva de ser objeto susceptible de explotación con fines de inteligencia. 

Frente los documentos oficiales y los registros de los actos jurídicos, se sitúan los trazos, las inscripciones, los testimonios que se sustentan en tipologías menos reforzadas por el derecho: cartas, diarios, memorias, incluso asientos contables, octavillas, carteles, diarios oficiales, anotaciones personales, datos tomados en soportes de la más variada consistencia y grado de perdurabilidad o condición de efímero. No es tampoco un concepto estrictamente novedoso ya que el estudio del documento como prueba y testimonio situado dentro de la documentoscopia (“estudio de todo tipo de soportes –y sus elementos constitutivos que corporicen datos, hechos y narraciones con función probatoria”) y la grafística (estudio de la escritura que incluye la grafopsicología, grafopatología y pericia caligráfica para determinar la autoría de un escrito a mano), son consideradas desde antiguo como especialidades forenses tal y como estudiaron ya hace años Viñals y Puente.

En este caso, el objeto de estudio para el fin perseguido por un organismo de inteligencia no son las fuentes abiertas (Open Sources Intelligence) ni la información procedente de satélites o plataformas de observación (Imagery Intelligence) ni tampoco la conversación que es captada por un agente sobre el terreno (Human Intelligence) o por una estación de interceptación de comunicaciones (Signal Intelligence). En estas páginas se hará especial hincapié en un conjunto de documentos que comparten la misma característica: se han registrado en soportes tradicionales en papel o derivados y, pese a su fragmentariedad, heterogeneidad y fragilidad, constituyen fuentes de información imprescindibles para el trabajo de inteligencia. Se trata por tanto de aprovechar toda la información aportada por documentos y vestigios documentales dejados por una organización o individuo en el transcurso de sus actividades de carácter militar, subversivo, delincuencial o terrorista. 

Resulta así una suerte de Inteligencia procedente del estudio y explotación de la información tanto formal como de contenido que aportan los documentos de archivo. La categoría dentro de los tipos de inteligencia sería por razón de la fuente empleada (documento de archivo) y no por el momento de empleo (básica, actual, estimativa) ni por la temática (geográfica, política, militar, etc.). Es bajo esta categorización donde los documentos de carácter personal y, por extensión, los archivos personales vuelven a ofrecer un interés creciente, en este caso como trazas, resultados o restos sobre papel y sus derivados de la actividad o identidad de un individuo o un grupo.



 
Poco importa que nos situemos en el ámbito de la delincuencia organizada internacional, en el seno de las operaciones militares contra la insurgencia talibán radicada en las montañas de Afganistán o en la recogida sistemática de cuantos documentos se dejan atrás como consecuencia de guerras, revueltas o cambios de régimen (el caso de Libia y los archivos de las estructuras de seguridad e inteligencia de Gaddafi localizados en Trípoli es reciente y elocuente). 

De hecho, en los tres ejemplos anteriores, dando por sentado que responden a motivaciones, idearios y fines muy dispares, se comparte un elemento consustancial: en todos se utiliza información y en todos se generan documentos como resultante de sus actividades. El rastro documental dejado como consecuencia de sus funciones, estructura y dinámicas de comunicación seguirá siendo una fuente de información de primer nivel para la investigación y ámbito de actuación de unidades y órganos especializados en inteligencia para la seguridad y la defensa. Lo es ahora y lo ha sido siempre. Es preciso entonces articular un método adecuado para organizar, analizar, explotar e integrar con el resto de tipos de información estos restos documentales a fin de generar nueva información de inteligencia. Por otra parte, no puede olvidarse otra gran ventaja procedente del análisis de los documentos y escritos, como es el conocimiento que se deriva de sus capacidades de inteligencia, es decir, de los modos en que la información es obtenida, procesada y utilizada por el enemigo para generar, a su vez, su propia inteligencia, como ha señalado recientemente Gaetano Ilardi.

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[Continuará…]

 DiegoNavarroB.

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