lunes, 29 de agosto de 2011

México: Sangre y grandeza


A los alumnos del Diplomado "Dirección y Coordinación en Seguridad Pública" del Instituto Ortega y Gasset en México, por su amabilidad y calidad humana, por sus enseñanzas e interacción: enseñar mientras uno aprende simultáneamente, constituye una forma privilegiada de enriquecimiento humano.



Regreso de México y mientras el avión atraviesa concentraciones de nubes que forman paisajes oníricos, parecidos a imposibles mares de hielo en las alturas, trato de ordenar las impresiones de estos seis días vividos en el país centroamericano. Impresiones que,  por fuerza, son intensas y muy vivas, como consecuencia del contraste dramático experimentado entre su grandeza, su hospitalidad, la belleza de sus ciudades y el sufrimiento continuo experimentado como consecuencia de un clima de inseguridad, terror y violencia que esta semana ha golpeado con una intensidad intolerable a la sociedad mexicana.

Sin embargo, el daño más profundo, el revés más íntimo me ha parecido encontrarlo en un lugar mucho más hondo: en el del sentimiento colectivo, en la irreparable sensación de desamparo y de corrosiva desconfianza hacia todo y hacia todos, creando un clima de cuestionamiento de los fundamentos del Estado. Lamentablemente aterricé con la estela del estupor creado con motivo del tiroteo a las afueras del Estadio de fútbol Torreón y regreso a España, seis días después con el impacto letal del ataque perpetrado el jueves en Monterrey. Entre medio, el asesinato del periodista Humberto Millán Salazar, que aparecía en un descampado del difícil estado de Sinaloa con un disparo en la cabeza. La sociedad mexicana se agita indignada en su hartazgo y el enorme grado de descontento amenaza con calentar aún más si cabe, el proceso electoral que se avecina para 2012.

Invitado por el Instituto Ortega y Gasset y por el Centro Fox, he participado como ponente en el Diplomado “Dirección y Coordinación en Seguridad Pública”. Durante dos días, en el extraordinario Centro Fox junto a la no menos sorprendente y bellísima ciudad de Guanajuato, hemos intercambiado reflexiones y experiencias en materia de seguridad, inteligencia y formación especializada. Las dramáticas noticias analizadas cada mañana en el aula sobre los índices de criminalidad y violencia han hecho paradójica cualquier mención a medidas de seguridad preventiva mientras el País se desangra. Los niveles de indignación social corren paralelos a las alarmantes noticias de continuas ejecuciones, tiroteos, delitos de todo tipo vinculados a la mayor lacra que sufre México. Sin embargo, los 54 muertos como consecuencia del ataque perpetrado a un casino en la ciudad de Monterrey, en el estado de Nuevo León, alcanza tal grado de barbarie e indignación colectiva que las palabras difícilmente aciertan a expresar el sentir profundo.

Ocurrió el jueves, en la sofisticada ciudad de Monterrey, sede del prestigioso Instituto Tecnológico, centro puntero de investigación  internacional en el que se encuentra la Cátedra de Sistemas de Inteligencia Estratégica coordinada por mis queridos amigos Jorge Tello y Mario Villarreal. Allí, en su compañía, en el aula y frente a los alumnos matriculados, recuerdo  con gran afecto y admiración el ambiente  docente de una jornada extraordinariamente fértil el año 2009, la segunda vez que visitaba el País. Perder Monterrey a manos del narco, dicen aquí, la joya mexicana del norte, resultaría un hecho intolerable. Como en las viejas arengas que recuerdan a tiempos pasados en que las ciudades asediadas resistían al mismo tiempo con armas y proclamas a ejércitos invasores, un grito se oye por doquier: “No nos dejaremos arrebatar la ciudad”.

Pero el jueves, mientras me trasladaba de México DF al aeropuerto de Guanajuato se iban conociendo los detalles de la escena dantesca. Unos desconocidos a los que ya se ha puesto rostro mediante retrato robot, entraron a las 15.48 en el Casino Royale, rociaron de gasolina el interior, alertaron a las casi trescientas personas (la mayoría mujeres) que se encontraban dentro en ese momento de que salieran corriendo, arrojaron varias granadas y causaron una matanza en lo que parece una nueva escalada cuantitativa y cualitativa de las formas de la violencia extrema en México. Todo ocurrió en apenas tres minutos. Como he leído, la gente de México piensa que ya lo ha visto todo, pero parece que siempre hay un punto más allá de barbarie cuando se habla de vesania.

La prensa apunta a que el atentado se produjo como consecuencia de que los propietarios se habían negado a pagar la “cuota” semanal de 140.000 pesos. Pura extorsión. Mientras, el análisis hecho por Stratfor subraya varias hipótesis: no fue tanto un acto de terrorismo indiscriminado como el resultado de la lucha entre grupos rivales. No se buscaba matar sino atacar el negocio que no había cumplido con lo estipulado, pero al final se les fue de la mano. Este casino, al igual que otros anteriormente atacados, están bajo el dominio de un grupo rival. Existe la posibilidad de que se tratase de un paso más en la campaña coordinada de ataques a los casinos de grupos y cárteles enemigos para cortar el flujo de efectivo que le proporcionaba este negocio.

Pese a todo ello, se ha vuelto a verificar la enorme capacidad de respuesta solidaria de los mexicanos que han aprovechado el poder que les brinda Twitter para ayudar, coordinar, informar y, en definitiva, ofrecer una alternativa de comunicación solidaria en momentos tan dolorosos y crispados. La red de voluntarios tejida en torno al Centro de Integración Ciudadana de Monterrey es un buen ejemplo de todo ello. Al mismo tiempo, como respuesta espontánea a la violencia se producen las denuncias de las actividades de los narcos canalizadas en las redes sociales.
Mientras me traslado de un punto a otro de la ciudad en coche, la radio suena y ya no se duda en calificar a México, no sin cierta inconsciencia, de Estado Fallido, denominación que de sobras conocemos su controversia, su problemática normativa y el frágil consenso internacional en torno a su definición. Somalia es un Estado fallido. Muchos países de África occidental lo son, convertidos ya en base territorial y logística de los señores de la droga procedentes de centro y Sudamérica. ¿Pero lo es México? No. Sólo es preciso integrarse en el tejido urbano, comprobar que la vida late, que las instituciones son perfectibles pero en absoluto inexistentes. Pero la sociedad sufre, y mucho. El asunto no es baladí, ya que la sola mención levanta enormes olas de indignación en muchos sectores de la población y no diré nada en la clase política. Los periódicos, la radio, las conversaciones…, todas giran en torno a la violencia desaforada en muchos estados del País. Ciudades ya marcadas a sangre y fuego como Acapulco, Veracruz, el “laboratorio” de Sinaloa, municipios de Tamaulipas, Chihuahua, Ciudad Juárez, ahora la industrializada y moderna Monterrey en el Norte…







  Calles de Guanajuato, el pasado domingo. Serenidad en sus calles, colores de convivencia y sensatez.


Aún así, no cesa la inversión en seguridad ni el desarrollo de medidas preventivas de gran calado. Véase, por ejemplo, el Centro de emergencias situado en Cecilio Robelo, en las instalaciones del antiguo Agrupamiento de Granaderos (México DF), el C4I más grande de América (20.000m2 y 34000 de construcción). Concentrará, procesará y analizará las imágenes de las 8088 cámaras de videovigilancia que se instalen por toda la ciudad para dar respuesta a un desastre natural, a una situación de emergencia crítica pero también a la inseguridad urbana mediante funciones de inteligencia y prevención delincuencial.

Y tampoco el campo de la reflexión y el ofrecimiento de respuestas se queda atrás. El grupo de expertos liderados por la Universidad Nacional Autónoma de México ha presentado este mes de agosto el informe Elementos para la construcción de una política de estado para la seguridad y la justicia en democracia, que ha causado sensación por su calidad en el que se indican 36 recomendaciones concretas para mitigar la sangría. Recomiendo la lectura de su página 31 y las muy interesantes 5 recomendaciones del punto 4.7 referido a Sistemas de Inteligencia: 

“2. Es necesario formar profesionales civiles de defensa, conocedores del presupuesto y de la planeación de la política militar y capaces de fungir como puentes de comunicación entre los mandos militares y civiles”.



A pesar de todo ello y de los avances, muchas voces en el mundo periodístico continúen criticando los resultados, los fallos, las inercias y los malfuncionamientos. Diríase que México es una inmensa cantera para el análisis de lecciones aprendidas, tanto las positivas como las fallidas en materia de inteligencia. En todo caso, para comprender con rigor y detalle las circunstancias, los matices, el análisis fino de lo que sucede, me dejo guiar por lo que el presidente del Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia (CASEDE), mi buen amigo Raúl Benítez Manaut ha investigado y escrito desde hace años con enorme rigor y acierto.

Al día siguiente, viernes, en el transcurso de la ceremonia de clausura del Diplomado en el que yo participaba, el ex presidente del País, Vicente Foix, hizo un llamamiento crítico a toda la ciudadanía, a los poderes públicos, a todo el pueblo de México. Sus palabras reflejaron la intensidad del difícil momento y encontraron una repercusión mediática por cuanto sus propuestas marcan un punto de inflexión en las formas de expresar el problema de la inseguridad latente en México. Pude escuchar de primera mano esta intervención al encontrarme al lado del presidente Fox. Y, naturalmente, al momento entendí que se trataba de una declaración de enorme calado, que no eludía los términos más controvertidos por su nombre:

“Lamento tener que ser una voz discordante, los hechos nos dicen que no es con violencia como se combate la violencia […]”

A continuación, fueron cinco las propuestas desgranadas: Replanteamiento de la regulación de drogas, Reforma de instituciones de seguridad y justicia con policías profesionales respetados y apoyados, Acciones que se conviertan en oportunidades de futuro: trabajo, estudio y deporte, Restablecer medidas ejemplares contra los delincuentes y acabar con la endémica sensación de impunidad, Llamar a un grupo de expertos internacionales que aporten ideas, soluciones y visiones conducentes a encontrar salida. Naturalmente las dos últimas han hecho correr ríos de tinta porque no son fáciles de digerir: “convocar a los grupos violentos a una tregua y valorar la conveniencia de una ley de amnistía”.

No tardaron en conocerse las reacciones a esta declaración. Pude oír las críticas al expresidente Fox cuestionando los resultados de la lucha contra el narcotráfico durante su mandato presidencial. De lo que no había duda era de que su voz no era aislada en ese momento. De hecho, en la misma línea, el escritor mexicano Carlos Fuentes expresó que en México “se debe despenalizar la droga y pedir ayuda a la policía israelí, francesa o alemana por sus buenos efectivos para enfrentarse al crimen". Se producen llamamientos a la cooperación policial internacional, se pide ayuda para cambiar este insoportable estado de violencia.

Pero yo no podía dejar de pensar que, tan sólo un día antes me encontraba transitando por las calles de la capital, observando y disfrutando apaciblemente de la grandeza de su centro histórico. Por ello, no pueden quedar difuminados, a pesar de semejantes hechos, los momentos felices vividos estos días en México. No sería justo y, por consiguiente, me aferro a ellos también para subrayar una vez más la grandeza de un país que ofrece al visitante su sincera corriente de amabilidad y su sonrisa permanente. En mi caso, el DF y Guanajuato han servido de nuevo como escenario para verificar por cuarta vez en mi vida el placer que provoca el paseo por las particulares huellas coloniales. Superado el primer momento de rechazo vivido hace muchos años, he podido tomarle el pulso otra vez a la capital, dejando que el DF me lleve tanto por rincones conocidos como por esquinas ignotas que han revalidado el gusto que me provoca pasear por su centro histórico: Palacio de la Inquisición, la casa de los Azulejos, casino español, Donceles…

Me quedo con todo ello. Con la extraordinaria calidad de los alumnos del Diplomado, responsables policiales que afrontan una tarea francamente difícil en todos los órdenes. Me quedo con la hospitalidad de viejos y nuevos amigos  y con la cara positiva de un país que, esta vez sí, he visto sufrir en primera persona.


 Horizontes de futuro en México


Diego NavarroB.



domingo, 21 de agosto de 2011

Nuevas cartografías: Inteligencia Sociocultural y perspectivas de especialización


“Durante el tiempo que estuvo en Oriente Próximo, Marek Gumienny había tenido mucho trato con los británicos y, a diferencia de algunos de sus compatriotas [estadounidenses], que durante tres años habían intentado hacer frente al infierno de Irak, él no estaba demasiado orgulloso de admitir que los aliados más cercanos de la CIA en lo que Kipling llamó una vez “el Gran Juego”, eran los depositarios de un gran y misterioso conocimiento de los desiertos entre el Jordán y el Hindu Kush. Durante siglo y medio, tanto en calidad de soldados como de administradores del viejo Imperio o exploradores excéntricos, los británicos habían recorrido el desierto, las cadenas montañosas y los más recónditos lugares de la zona que había acabado por convertirse en la bomba de relojería mundial de los servicios de inteligencia”.


Frederick Forsyth, El afgano, Barcelona, Random House, 2006, p. 52


El conocimiento exhaustivo de las características tanto geográficas como sociales, políticas, demográficas y culturales de un territorio fue considerado durante siglos una necesidad consustancial a la planificación y desarrollo de cualquier acción que implicase proyección de efectivos hacia el exterior. El registro documental de todo ello quedó plasmado en miles de mapas y representaciones del espacio geográfico que se iba descubriendo y conociendo con mayor precisión a medida que la exploración moderna y contemporánea avanzada inexorablemente. La “inteligencia del territorio” (magnífico título y no menos espléndido libro centrado en la brillante aportación de Monsieur De Vauban en pleno apogeo francés, siglo XVII) hizo de la cartografía un elemento determinante, una fuente de información imprescindible para plasmar en una representación bidimensional las complejidades de zonas ignotas o extensiones que cambiaban de titularidad al amparo de guerras, tratados y suertes diplomáticas.


 
Plano de Cartagena y su arsenal, 1799. Archivo General Militar de Madrid. Reproducción cortesía de mde.es


Pero fue necesaria otra cartografía, la de los valores, los sentimientos de cohesión nacional, las mentalidades y las afinidades o diferencias lingüísticas, etc., para detallar la realidad que definía un estado, un territorio, los contornos sociales de un país, fuese amigo, enemigo, adversario o potencial aliado: en suma, la llamada geografía humana y sociocultural.

Es la cultura y las manifestaciones culturales "un conjunto de creencias, ritos y acuerdos sobre el mundo". La cultura [...] "con su entramado de normas, modelos y expectativas, guía, explica y regula, al tiempo que configura y determina el carácter de la comunidad. Cuando más útil y armoniosa es una cultura para sus miembros, menos conscientes son de la influencia que se ejerce sobre ellos". Pero la cultura se puede analizar también como factor "polemológico", tal y como ha expresado recientemente Federico Aznar al considerar que: 

"Etnia, lengua, religión y cultura son etiquetas, elementos de definición identitaria al tiempo que planos de conflicto, pues fomentan la polarización promoviendo el alineamiento de la población de modo dicotómico y excluyente, según la lógica de la clasificación dentro-fuera" (Federico Aznar Fernández-Montesinos, "La cultura como factor polemológico", Ejército, 837 (2010), pp. 96-103)

Qué duda cabe que la observación y la exploración del territorio siguen siendo factores fundamentales en cualquier operación llevada a cabo en un escenario internacional: bien sean misiones de paz, despliegue de cooperantes vinculados a una ONG o cualquier otra realidad que obligue a conocer con precisión y detalle un territorio ajeno. 


Por otra parte, los SIG (Sistemas de información geográfica), las plataformas de observación terrestre y la moderna cartografía digital han dado un paso de gigante en los últimos 25 años, propiciando una acumulación de información fiable y exhaustiva que tiende un puente imperecedero entre el siglo XXI y los grandes nombres de la historia de la cartografía universal.

Tal vez sean los “Manuales de área” los tipos documentales más perfilados de todo lo que venimos diciendo, ejemplos de una necesaria síntesis que ofrezca a los hombres sobre el terreno las particularidades y circunstancias más sobresalientes de un entorno en el que no sólo hay fronteras y accidentes geográficos sino complejidades socioculturales de obligado conocimiento.


En mi mesa de trabajo, consultando tratados de cartografía de hace tres siglos

Se puede decir, sin riesgo a equivocarse, que la imperiosa necesidad de conocer el entorno, las condiciones geográficas, sociales, económicas, religiosas, sus costumbres, fuerzas y debilidades configuraron la necesaria visión completa del “otro lado de la colina”, (Wellington dixit) desde la más temprana Antigüedad hasta nuestros días. Se trataría, por tanto, en expresión certera del tratadista militar italiano Cinuzzi Sanese (1620) de tener “por escrito y en pintura”, en una especie de primitiva integración de la información textual y la gráfica, el conjunto del espacio observado, con todas sus particularidades, accidentes y características:

“El general debe tener en primer lugar, particularmente en escrito y en pintura y en diseño el país, los lugares, las ciudades, los montes, las colinas, los ríos y los pantanos donde se combate; conviene saber en todo y por todo la naturaleza, la cantidad y la calidad de ellos y en particular si es una campaña abierta, larga, rasa o estrecha o montañosa;  y qué distancia hay de un lugar a otro. Además, debe tener siempre buenos conocedores y especialmente aquellos del país propio […] pero esto de andar el general viendo y reconociendo primero cada cosa por sus propios ojos y presencialmente, lo debe hacer pudiéndolo hacer seguramente o al menos sin su pérdida manifiesta”. Cinuzzi Sanese, Della Disciplina militare antica e moderna del capitano imperiale, Siena, Bonetti, 1620, p. 180.

Un siglo y medio después, unos interesantísimos Elementos o máximas para la guerra, escritas en alemán por el Conde de Kewenhüller, feld mariscal general al servicio de Alemania traducidas al francés, volvían sobre el mismo argumento con renovadas reflexiones. He consultado la edición de Madrid, Imprenta Real, 1793, y de ella extraigo estos certeros párrafos:

“Procuráos un exacto conocimiento del país en que se ha de hacer la guerra por medio de la corografía, la topografía y la hidrografía, para saber cuáles son las producciones de aquel suelo, cuáles las costumbres, el carácter y las inclinaciones particulares de sus habitantes; qué fuerzas pueden ser las del enemigo, con qué frente puede marchar y desplegar sobre vuestro exército y finalmente sobre qué recursos podéis contar, atendiendo a los socorros que se os pueden subministrar, tanto en tropas como en dinero […] Por lo demás, procurad adquirir un perfecto conocimiento del país, del terreno y del lugar que queréis sorprender, tomando cuantas noticias pueden tener relación a vuestro objeto. Dirigid la marcha con el mayor secreto y circunspección haciendo lo posible por llegar al enemigo, cogiéndole por la espalda o por el costado, sin omitir nada para no ser descubierto; para lo cual le cortaréis y detendréis todas sus patrullas y grandes guardias, a fin de que de ningún modo pueda tener aviso y no pueda juntar sus tropas”.

Traigo a colación estos ejemplos y palabras introductorias por lo siguiente. Durante el año 2011 he sido invitado a impartir varias conferencias en diferentes ciudades y foros. En todos los casos el tema central de mi intervención fue el papel de la inteligencia en ámbitos relacionados con la seguridad y la defensa, aunque con perspectivas dispares pero complementarias. Recuerdo que en el transcurso del Seminario titulado “Los servicios de inteligencia en el Estado de Derecho” (Universidad de Valencia, 9-10 mayo 2011), dirigido por el profesor José Luis González Cussac, abordé un tema al que he dedicado recientemente algún trabajo específico. De hecho, en breve se publicará el volumen colectivo que el profesor Daniel Sansó ha coordinado desde el Seminario de Estudios de Seguridad y Defensa (Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional) junto a la Universidad de Santiago de Compostela. En este libro colectivo se recogen las intervenciones que los ponentes aportamos al 2º Seminario Internacional que bajo el título “Inteligencia: Seguridad y Defensa", nos congregó en Santiago de Compostela del 9 al 10 de marzo de 2010). Tanto en este trabajo escrito como en la intervención desarrollada en la Universidad de Valencia me propuse abordar los fundamentos y las enormes posibilidades de desarrollo inmediato de la denominada Inteligencia Sociocultural (Socint).

  
Según rezaba el pie de foto aparecido en Mundo Gráfico: “El capitán Valero de Bernabé, autor de un interesante libro de costumbres marroquíes, conversando con Abd-el-Kader, antiguo miembro de la harka que peleó contra nosotros en 1909 para adquirir detalles de aquellos combates, vistos desde el campo del enemigo, con los que el ilustrado militar está formando un completo estudio de aquella campaña”.




Casi cien años después, las tropas españolas en Afganistán interactúan con la población local. Su conocimiento y especial capacidad para comprender las diferencias socioculturales les hacen merecedores de un respeto internacional en materia SOCINT. En esta ocasión, la imagen procede del Ministerio de Defensa, y más concretamente de la Revista Española de Defensa, si bien no he podido identificar con preciso detalle los datos bibliográficos de publicación.









Al mismo tiempo, como he expresado en varios mensajes enviados a mi cuenta de Twitter (@DiegoNavarroB) he seguido insistiendo en la materia, reforzando por tanto el interés que, a mi juicio, tiene y va a seguir teniendo cada vez más, esta división dentro de las especializaciones en inteligencia. Considero que la denominada Inteligencia Sociocultural es un ámbito de profunda capacidad de sinergia e integración de expertos. No sólo los tradicionales lingüistas, geógrafos, antropólogos, psicólogos, economistas, demógrafos y arqueólogos. Sino también genealogistas, etnógrafos, psicólogos cognitivos y expertos en información, comunicación y documentación. Porque, ¿qué es Inteligencia Sociocultural? y, sobre todo, ¿qué posibilidades existen de aprovechamiento de las capacidades de los analistas de inteligencia que proceden de titulaciones denominadas “humanísticas”?

“Inteligencia sociocultural es la habilidad para reconocer creencias compartidas, valores, actitudes y comportamientos de un grupo de personas y, lo más importante, a aplicar de manera efectiva ese conocimiento a un objetivo específico o conjunto de objetivos. Es una resultante de la integración de numerosas dimensiones humanas para facilitar el éxito de líderes, dentro de un dominio internacional de naciones amigas/enemigas. La historia está repleta de ejemplos de cómo la inteligencia sociocultural ha sido aplicada con éxito o fracaso en la conducción de la guerra y la construcción de la paz”. Karen D. Davis (ed.), (2009): Cultural Intelligence and Leadership: an introduction for Canadian Forces Leaders, Kingston (Ontario), Canadian Defence Academy Press, p. IX.


Este párrafo, entresacado de la fundamental obra de Karen D. Davis se suma a la notable corriente doctrinal que en materia de Inteligencia Sociocultural están desarrollando las Fuerzas Armadas Canadienses. Trabajos de enorme interés como los firmados por Emily Spencer y Tony Balasevicius, “Crucible of Success: cultural intelligence and the modern battlespace”, Canadian Military Journal, 9: 3 (2009), pp. 40-48, avalan esta especialización canadiense en la materia de que nos ocupa.

Considero que el analista de Inteligencia está llamado, por su particular formación y capacitación profesional, a integrarse profundamente en esta concepción holística de capacidades, fuentes y métodos, en un entorno tan transversal y tan necesitado de enfoques complementarios como es la inteligencia sociocultural.

Durante siglos, la competencia avanzada en lenguas denominadas minoritarias o de focalización geográfica restringida había sido caldo de cultivo para que los políglotas y expertos en lingüística colaborasen ocasionalmente o formasen parte de misiones de inteligencia de manera permanente. Podría citarse aquí el que considero mejor exponente de todo ello, el  legendario capitán Richard Francis Burton (brillante biografía la de Edward Rice en Siruela) paradigma del erudito aventurero en el imperio colonial británico (1821-1890), el mismo “coleccionista de mundos” tal y como noveló Ilija Trojanow o, bajo otro ropaje, el Strickland de Kipling. Pero no es preciso retrotraerse tanto en el tiempo. De hecho, los intérpretes que acompañan a las fuerzas desplegadas en el exterior cumplen una labor esencial y que retrata perfectamente la enorme preparación no sólo lingüística sino socio cultural de estos profesionales. He leído recientemente un interesante retrato de uno de ellos y recomiendo la entrevista realizada a Kevin Amjadi, (padre iraní, madre norteamericana) intérprete de las tropas españolas de la FSB (Base de apoyo avanzado) en Herat, Afganistán. Nacionalizado español, domina el inglés, el español, italiano y dari y puntualiza con acierto:


"No somos traductores, sino intérpretes [...] implica que no sólo nos limitamos a traducir los documentos que se nos entregan para su transcripción a dari, inglés o español, sino que, además, tenemos la obligación de conocer profundamente las costumbres del país, de sus diferentes tribus, religiones y dialectos [...] Un buen intérprete debe entender y hacer entender, y también ha de saber evitar los momentos de tensión" ("Somos el oído y la voz de los militares españoles", Revista Española de Defensa, 24: 271 (marzo 2011), pp. 42-43.


La llamada Cultural Awareness (hay un buen enlace aquí con numerosos recursos de información aportados por el  U.S. Command and General Staff College) ha sido el concepto utilizado para reconocer las necesidades de información que definían una cultura en un territorio. España ha acumulado a lo largo de los últimos 25 años una experiencia sobresaliente en esta materia como consecuencia de su dilatada presencia internacional en misiones en el extranjero, haciéndose merecedora de elogios internacionales por su enorme capacidad de integración y comprensión intercultural. Es también el viejo paradigma en torno a los “corazones y mentes” en la lucha contrainsurgente, tal y como ha vuelto a señalar recientemente Isabelle Duyvesteyn en Intelligence and National Security (26: 4, 2011): un concepto clásico que sigue despertando interés pero también crítica.

Paralelamente, las tareas desempeñadas por equipos de arqueólogos, científicos y antropólogos ofrecieron habituales e inmejorables coberturas con las que poder afrontar misiones de observación, exploración e inteligencia de las condiciones de un contexto socio-político y geo-estratégico. Se trataba de hacer de la información y del knowing the country o el colonial knowledge una herramienta determinante en las políticas expansionistas de imperios como el británico, que desarrollaron una necesaria “inteligencia cultural” por razones obvias. Recomiendo a este respecto el brillante y muy estimulante trabajo de Priya Satia (Spies in Arabia..., 2008) centrado en la conocida tradición británica de arqueólogos y científicos que mantuvieron estrechos contactos con las secciones de inteligencia de las fuerzas expedicionarias por todo el mundo, especialmente en Oriente Medio.

Es, en gran medida, lo que Kerry Patton subraya en su capítulo “Intelligence Analysis for Sociocultural Intelligence” al distinguir claramente entre “visualización” y “comprensión” de la situación, especialmente en un entorno de guerra asimétrica y de guerrilla urbana:

"Hoy en día, los analistas de inteligencia se les enseña y forma a identificar objetivos individualizados de interés. Aprenden por tanto a integrar inputs en objetivos dentro de plataformas tecnológicas, que se unirán a otros objetivos, creando una red de targets u objetivos. Al final, los datos formulan una imagen de comprensión de una realidad. Sin embargo, la más auténtica dimensión del análisis humano de inteligencia significa que una persona no sólo puede y debe visualizar sino, lo más relevante, comprender la situación”. Kerry Patton, Sociocultural Intelligence: A New Discipline in Intelligence Studies, London, N. York, Continuum, 2010, p. 152.

En última instancia, resulta sumamente interesante abordar la pertinencia de la SOCINT desde un enfoque de la teoría de sistemas en la que la comprensión de las redes y las interrelaciones entre nodos de esa red resulta ser simplemente un elemento crítico en cualquier entorno geopolítico. En todo caso, como digo, la incorporación de analistas de inteligencia que atesoran una formación de origen en disciplinas humanísticas ofrece una ventaja que va a jugar un papel determinante en muchos ámbitos de actividad (no sólo el militar), en el que la defensa de los intereses nacionales se diriman en un contexto internacional. En suma, todo un reto para abordar con un mayor grado de detalle las características del analista sociocultural y las perspectivas de inserción laboral de un perfil altamente especializado.

 Diego NavarroB.
 

martes, 16 de agosto de 2011

Ojos desde arriba, inteligencia a distancia




¿Es suficiente únicamente una eficaz utilización de los sistemas aéreos no tripulados (Drones) contra Al Qaeda y los talibanes en Afganistán y Pakistán? Leo en el New York Times el análisis que el almirante retirado Dennis C. Blair, ex director de Inteligencia Nacional (2009-2010) ha efectuado sobre el empleo sistemático de estos aviones en la zona y su respuesta es: No. Más concretamente: “Si alguna vez reducimos Al Qaeda de una amenaza a una molestia, será trabajando conjuntamente con Pakistán y no unilateralmente con sólo los ataques de drones”.

Vuelve de nuevo el interés por los UAS (Unmanned Aerial Systems) como consecuencia de su exitoso empleo en la operación contra Bin Laden en la localidad pakistaní de Abbotabad. En realidad, desde hace años no han perdido ni vigencia, ni actualidad. Su eficacia y papel determinante dentro de las capacidades de inteligencia en todo el mundo está fuera de toda duda. El controvertido concepto de "operación quirúrgica" o "ataque selectivo" no se entiende sin la participación de estas plataformas. Sin embargo, son muchas las voces que subrayan la necesidad de integrar adecuadamente en las estrategias de seguridad y defensa estas máquinas, medios tan potentes y sofisticados como puede ser un X-45B desarrollado por Boeing en colaboración con la agencia DARPA, convertido no sólo en avión de reconocimiento sino también de ataque (UCombatAS).


Del 24 al 26 de abril del año 2012 se celebrará en Madrid la feria UNVEX 2012, cita obligada para expositores e interesados en el mundo de los vehículos no tripulados. Pero antes, el día 6 de octubre de 2011 se llevará a cabo la conferencia de presentación buscando repetir el éxito alcanzado en la edición anterior. Uno de los elementos centrales de la denominada “Revolución en los asuntos de Inteligencia” ha sido la robotización de las misiones de Inteligencia, Reconocimiento, vigilancia y adquisición de objetivos (ISTAR). Las Directivas Nacionales, los libros blancos de la Defensa (recomiendo especialmente el francés) o las Estrategias Nacionales de Seguridad reservan numerosos párrafos a ponderar la necesidad de contar con los Sistemas (anteriormente vehículos) no tripulados: tanto aéreos como terrestres y marinos (en ese último caso resulta muy esclarecedor el estudio de la Rand Corporation de 2009 sobre los sistemas submarinos). De lo que no hay duda es que este sector de la industria de defensa se ha convertido en uno de los más pujantes, con cifras de crecimiento continuo habida cuenta de los pedidos que deben atender los fabricantes aeronáuticos.

Recuerdo que fue hace ya ocho años, en el Festival Aeronáutico de Le Bourget (2003) cuando pude comprobar directamente el interés que las capacidades de estas plataformas IMINT (Imagery Intelligence) suscitaban ya en clientes, contratistas y fabricantes. Por ejemplo, el sistema SIVA desarrollado por Aries Ingeniería y Sistemas y el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) se expuso allí junto a otros modelos avanzados procedentes de Thales, Boeing, Northrop Grumman, Lockheed Martin, EADS-Cassidian, etc., y, sobre todo, los pioneros de la utilización estratégica y táctica de los aviones no tripulados desde los años 60: Israel y su industria de defensa insignia: IAI. Años después, no hay feria de seguridad y defensa en el mundo que no incorpore una sección dedicada exclusivamente a los UAS y empresas punteras del sector como la española INDRA lanza sus propios desarrollos, como el Pelícano, un hel(icopter)-UAS que hace unos meses obtuvo la certificación de aeronavegabilidad experimental y en 2012 estará listo para entrar en servicio.



Paralelamente, las publicaciones especializadas en la materia y las revistas del sector (recomiendo la publicada mensualmente por la Association for Unmanned Vehicle Systems International: Unmanned Systems Magazine) han aumentado notablemente, así como anuarios y obras de referencia que continuamente mantienen actualizado el conocimiento sobre el sector de negocio. Por su parte, revistas científicas como el Journal of Intelligent & Robotic Systems reservan una sección especial. Entre las obras de referencia  y de primera consulta para cualquier interesado que se acerque a este mundo destaco una en especial: el monográfico de Sistemas Aéreos no Tripulados (UAS) de Infodefensa.com: PerfilesIDS (Noviembre 2009). Su autor es Ladislas G. Freire (Director of Defence & Security / UAS Division, ARIES Ingeniería y Sistemas S.A) uno de los máximos expertos españoles en la actualidad, de cuya experiencia profesional y profundo conocimiento disfrutamos con frecuencia. 

 
Sistema Integrado de Vigilancia Aérea (SIVA). Fotografía tomada en Le Bourget, París, 2003. Foto del autor.



Sistema Integrado de Vigilancia Aérea (SIVA). Fotografía tomada en los prolegómenos del desfile de las Fuerzas Armadas el 1 de junio de 2008 en las calles de Zaragoza. Foto del autor.
 
Claro que siempre podemos consultar una obra de referencia dentro de los recursos de información especializados, editada por el Departamento de Defensa de Estados Unidos, como es la UAV and UAS Encyclopedia: Unmanned Aircraft Systems and Unmanned Aerial Vehicles, Remotely Piloted Vehicles, Drones, Progressive Management, 2010) y bases de datos de clásicos de la información especializada en seguridad y defensa como es el gigante Jane´s (especialmente su Jane's Defence: Air & Space Intelligence Centre Module) e incorporarlas todas a la política de suscripciones de fuentes de información abiertas dentro de nuestra unidad de análisis.
 

 
Global Hawk de Northrop Grumman. Fotografía tomada en Le Bourget, París, 2003. Foto del autor.

  

Por su parte, el didáctico y exhaustivo dossier publicado por un medio periodístico de prestigio como The New York Times incluye una serie de  textos y fotografías que me han hecho reflexionar. Especialmente el relanzamiento actual de la aerostación de observación militar y los dirigibles que, según se sabe, están llevando a cabo misiones de reconocimiento e inteligencia de imágenes en las zonas limítrofes entre Pakistán y Afganistán. Después de  años en que su empleo fue más limitado en beneficio de otras plataformas, la utilización de los globos aerostáticos de observación vuelve con fuerza e, inevitablemente, suscita la recuperación de antiguas imágenes de la época dorada de la aerostación de reconocimiento y suministro de imágenes fotográficas en diferido. Desde la  pionera escuela de Aerostación de Guadalajara hasta su empleo durante las campañas en el Protectorado Español, sin mencionar su utilización habitual en misiones de reconocimiento fotográfico durante la Primera Guerra Mundial por prácticamente todos los países contendientes, el globo aerostático demostró, a pesar de su vulnerabilidad, su enorme utilidad como plataforma IMINT. La irrupción del aeroplano en misiones de reconocimiento y fotografía aérea acabaría progresivamente por apartar a estos voluminosos aparatos. Pero  no me extiendo: esa es materia para otra aportación a este blog.


 Oficiales desarrollando ejercicios prácticos en el campo de Aerostación Militar de Guadalajara, 1918.

 
Globo de observación y reconocimiento fotográfico alemán con teleobjetivo. Primera Guerra Mundial, 1918

En nuestros días, los usos civiles de sistemas aéreos no tripulados van ocupando crecientemente su nicho de mercado: suministro de información geográfica para llevar a cabo planes de reordenación urbana y control parcelario en ayuntamientos, gestión de crisis y catástrofes naturales y humanitarias, control y vigilancia perimetral, rescates, etc., se encuentran entre  los más habituales. Y no es preciso pensar en costosos modelos de utilización estratégica: el sector de los pequeños drones o "tácticos" para fines civiles augura una notable proyección en ámbitos alejados de la defensa.

 
 
 Foto procedente de Raven Aerostar Industries. Modelo TIF-56K de globo aerostático para fines de reconocimiento e inteligencia.

Quedaría para otra reflexión la necesidad de formar a expertos en análisis de imágenes y fotointerpretación: es decir, en la explotación avanzada de la información registrada en fotografías obtenidas y suministrada por las plataformas de observación y reconocimiento de todo tipo. En el Máster en Analista de Inteligencia estos contenidos se hallan incluidos en el módulo 4: "Obtención, tratamiento e integración de información". Supone una apuesta clara por la incorporación de expertos analistas de inteligencia a los procesos de gestión, análisis y explotación de la información IMINT.

Diego NavarroB.



sábado, 13 de agosto de 2011

Cartas de amor y palabras de guerra


Para mis alumnos de Gestión Técnica de Documentos de Archivo, los que fueron y los que serán. Para que piensen y sientan que un documento es vida registrada: excitante a veces, tierna, violenta o vulgar otras. Pero vida.

¡Por fin lo encontré! Han pasado casi cuatro años, pero ya lo tengo en mis manos. Cuando apareció en su edición original lo consulté, lo hojeé pero no lo compré. Siempre lo dejaba para otro día. Fueron pasando los meses y los años y, como acontece cuando las decisiones se retrasan más de lo razonable, un buen día dejó de estar en la estantería de la librería y se esfumó. Pero ayer, de forma inesperada, ha vuelto a aparecer y esta vez no ha habido vacilación.

Como muchas mañanas desde hace años, me he acercado a Moyano para recibir mi dosis habitual de cura bibliófila. Agosto impone su ritmo cansino y las casetas se desperezan lentamente. Sólo Alfonso, siempre más madrugador que el resto, tiene ya dispuesta la mesa repleta de libros. Es fácil identificar su puesto: como enjambre mañanero, nos congregamos a su alrededor los buscadores, los rastreadores de zumbido silencioso pero acechante. No es para menos: compra mucho, vende barato y repone con mucha frecuencia. Recomiendo vivamente el retrato que de este entrañable y singular librero nos ofrece José Luis Melero en su delicioso Leer para contarlo o, con más asiduidad por frecuentarle habitualmente, Andrés Trapiello y sus semblanzas desperdigadas en los numerosos volúmenes que componen su colosal e imprescindible “Vidario”. De Alfonso me he llevado un bonito ejemplar del Jane´s Fighting Ships de 1966-67 (¡Adorados Jane´s retrospectivos!), un librito que también es un veterano de otras ocasiones y que hoy he decidido que se viniera conmigo (Antonio Rodríguez Moñino, Razón de Estado y dogmatismo religioso en la España del XVII…) así como un trabajito muy curioso sobre el ingeniero militar Pedro Luis Escrivá. 

 Después he seguido la costumbre de iniciar mi exploración de subida primero por las mesas de la derecha, dirección Retiro, e inspeccionar las de la izquierda, iniciada la bajada hacia Atocha. Entonces, cuando ya casi apuraba la inspección, ha surgido casi de la nada, sobresaltándome por la alegría de reconocer en su cubierta al viejo conocido que dejé marchar hace años: Arthur Stockwin (ed.), A diez metros bajo el suelo de Bélgica: una historia de amor epistolar en la Primera Guerra Mundial, Barcelona, Ariel, 2007. Les contaré de qué va este libro y por qué le dedico una entrada en este blog. Naturalmente, el comienzo fue una caja y su contenido. Una pequeña y escondida caja la que propició el hallazgo:

“El 6 de abril de 1990 encontré la llave de un arcón de madera en casa de mis padres, en Birmingham […] Cuando abrí el arcón, encontré en su interior una caja de cartón llena de las cartas que se habían mandado mi madre y un joven oficial de la Primera Guerra Mundial, llamado Geoffrey Boothby. Nunca había tenido conocimiento de esta relación y me costaba creer lo que acababa de descubrir. Las cartas referían una relación amorosa, en su mayor parte desarrollada por escrito, entre dos jóvenes, cortada repentinamente por la guerra. Cuando Geoffrey partió de Dorset en febrero de 1915 con destino a su campamento de instrucción, Edith y él, como Geoffrey calculó después, no habían pasado juntos ni cuatro días”.

Este libro que comento aquí es la edición de las cartas que el segundo teniente de ingenieros zapadores de minas Geoffrey Boothby y la señorita Edith Ainscow se escribieron como registro de su relación sentimental. Él, con apenas 21 años y ella, de 18, se entregaron a la escritura epistolar con pasión y dedicación, hasta que cerca de Ypres, los hombres de la compañía de zapadores 177 de los ingenieros reales, entre ellos el oficial Boothby acabaron sepultados como consecuencia de la explosión de una descomunal mina alemana el 28 de abril de 1916.
 


Una manera de incentivar la escritura epistolar desde el Reino Unido: Publicidad de plumas Cameron durante la Primera Guerra Mundial: el nexo de unión entre las trincheras del frente de guerra y el hogar lejano

La transcripción del contenido epistolar, los mapas militares donde sitúan la explosión, los telegramas oficiales de condolencia a la familia, así como fotografías de ellos dos, configuran una tierna y sentida reconstrucción por vía de investigación y registro documental de un episodio que nos transporta noventa años antes, al infierno de los campos de batalla de Europa en plena Guerra Mundial.  Se puede contemplar también como un magnífico ejercicio didáctico para llevar a cabo un caso práctico de recuperación de la participación de los ancestros familiares en conflictos y momentos históricos de todo tipo, algo que los National Archives del Reino Unido promueven continuamente (recomiendo suscribirse a la Newsletter de tan ilustre institución). 

El horror indescriptible de las masas de miles de soldados segadas en minutos por la artillería y la mortífera ametralladora es  reflejado en obras clásicas como el diario de Ernest Jünger (Tempestades de acero) y muchas más. Un dato: en la batalla del Somme -1de julio de 1916- murieron en un solo día 19.200 soldados británicos. Compárese la cifra: en la guerra en Vietnam, los norteamericanos contabilizaron unos 58.000 muertos... ¡en 10 años! Todo ello convirtió los campos de Europa en mataderos sin fin durante 1914-1918. Este libro participa, al igual que el reciente artículo firmado por Manuel Morales (“La poesía desde una trinchera”) de una reciente recuperación de los testimonios de hombres y mujeres que lucharon, vivieron y murieron en los campos de batalla, en los hospitales o en la retaguardia de los ejércitos de la Primera Guerra Mundial. Tal vez sea el reciente libro de Peter Englund  (La belleza y el dolor de la batalla, 2011) uno de los más acabados productos literarios basado en numerosas cartas, diarios y memorias de soldados, aviadores, enfermeras, conductores con los que el autor consigue reconstruir un mosaico integral de la experiencia dramática de la Guerra Mundial. Todo ello sin olvidar (imposible hacerlo por los lazos de amistad entre colegas universitarios que me unen a ellos) las continuas y prolongadas aportaciones que desde la Historia Social de la Cultura Escrita los investigadores italianos Antonio Gibelli y Fabio Caffarena, han hecho desde el  Archivio Ligure della Scrittura Popolare di Genova recuperando miles de testimonios escritos de hombres y mujeres que encontraron en la escritura de sus dramas y circunstancias una pulsión, una necesidad y, en muchos casos, una liberación expresiva. Mientras, aquí en España, la extraordinaria labor docente e investigadora de mis queridos Antonio Castillo y Verónica Sierra, desde el Seminario Internacional de Estudios de Cultura Escrita de la Universidad de Alcalá de Henares ha generado un resultado fundamental para el estudio de los documentos asociados a la experiencia de la guerra. 

La recuperación de postales, fotografías, cartas, diarios, libros de memoria y cuantas tipologías nos hablan en primera persona de sus historias particulares, debe ser inserta en esta corriente de estudio de las prácticas, resultados y representaciones de la cultura escrita en un contexto, tanto cronológico como geográfico concreto. Para comprender plenamente su significado hay que profundizar en el concepto de “contexto archivístico”, definido por la norma ISAD (G) de descripción archivística. Este contexto resulta de vital importancia a la hora de identificar la naturaleza, origen y utilidad del documento de archivo como fuente de información en cualquier época, circunstancia o ámbito de actividad: ya fuera en tiempo de guerra o de paz.








Anverso y reverso de postal enviada por el soldado belga Pierre, el 19 de noviembre de 1915, a su amada "Marie". Procedente de mi colección.




 
El caso es que, tras todo esto, me he quedado pensando en una doble coincidencia que me afectaba de lleno: Cuando el hijo de Edith, el profesor Stockwin, editor de este epistolario, encuentra las cartas, han pasado 75 años desde que fueran escritas. El mismo número de años, he pensado yo, que otro epistolario, inédito y completamente desapercibido para el resto del mundo, menos para una persona. Esa persona soy yo y confieso que su hallazgo fue una experiencia maravillosa dentro del anecdotario de adquisición de libros, papeles y archivos que acumulo ya desde hace años. Las 37 cartas del miliciano Víctor Pascua, enrolado en la CNT anarquista durante la Guerra Civil Española a su amada Pilar, tienen la virtualidad de incorporar tres características sumamente atractivas como fuente de información: fueron escritas por un miliciano anarquista, se conservan íntegras y se refieren a los primeros compases de la Guerra Civil (agosto-diciembre 1936), pudiendo elaborar fácilmente un mapa o itinerario de las localidades por donde la Columna Carod, una de las que salieron de Barcelona por orden de Durruti y García Oliver para recuperar Zaragoza. Estas cartas, también de amor en tiempo de guerra, hablan de la vida en el frente, de lo mucho que echa de menos a su novia, de las condiciones del combate por el Sur de Aragón, etc. 



"Mi querida y amorosa Pilar...". Carta de Víctor Pascua, miliciano anarquista, desde la localidad zaragozana de Azuara: 7 de marzo de 1937. Procede de mi colección también.

Escribir, anotar, pensar y sentir por vía de carta ha sido una práctica secular. Lamentablemente, tal y como señalan las estadísticas del Servicio de Correos, en España apenas hay circulación de cartas. Mucho menos manuscritas. El correo electrónico y la mensajería instantánea arrollan sin piedad la práctica epistolar clásica. En verano e invierno sube un poco la cifra por las postales desde la playa o con motivo de felicitaciones navideñas. Pero poco más. Afortunadamente, los rastreadores y buscadores de testimonios documentales como fuentes de información para comprender los usos y las prácticas escriturarias del pasado seguimos disfrutando cuando aparecen cajas, cajitas y cartapacios con el preciado tesoro conservado durante 75 años. Devolvemos a la vida, a la actual, la vida anterior, la que fue escrita y se creía perdida.

Diego NavarroB.