domingo, 19 de mayo de 2013

Seminarios, investigaciones futuras y transparencia académica




Dr. Julian Richards en el programa de Doctorado en Documentación: archivos y bibliotecas en el entorno digital, Departamento de Biblioteconomía y Documentación de la Universidad Carlos III de Madrid (Intelligence analysis methods and Jobs opportunities for Information and Knowledge workers 13-14 mayo 2013)




Los pasados lunes y martes (13 y 14 de mayo) la facultad de Humanidades, Comunicación y Documentación de la Universidad Carlos III de Madrid acogió el seminario abierto sobre métodos de análisis de inteligencia y búsqueda de oportunidades de trabajo para los especialistas universitarios en información y gestión del conocimiento. Fue un magnífico momento de colaboración entre científicos de la inteligencia, en un entorno estrictamente académico lleno de ideas, momentos de enorme interés y excelente ambiente personal, como creo que se puede desprender de las fotografías que acompañan este resumen.

A él acudimos profesores del departamento de Biblioteconomía y Documentación, profesores del Instituto Juan Velázquez de Velasco de investigación en inteligencia para la seguridad y la defensa (UC3M), alumnos de posgrado, alumnos y exalumnos de máster y de doctorado. También participaron futuros alumnos que acaban de concluir sus estudios en Información y Documentación y que contemplan la opción de especialización en inteligencia.


Participantes en el estudio de caso del Seminario (martes 14 de mayo de 2013)



Contar con la presencia del profesor Dr. Julian Richards (University of Buckingham, Reino Unido) como invitado principal de esta iniciativa ha sido todo un privilegio y un magnífico impulso dado a la Cultura de Inteligencia desde el departamento de Biblioteconomía y Documentación de la Universidad Carlos III de Madrid. Este seminario de dos días ha sido posible gracias al apoyo y patrocinio del programa de Doctorado en Documentación: archivos y bibliotecas en el entorno digital, del citado departamento. Los resultados de este seminario han revalidado una vez más, a mi juicio, la íntima imbricación entre los procesos de gestión, organización y explotación de la información y el trabajo de inteligencia como realidad profesional. Este seminario formó parte de una serie de iniciativas que se concretan y se concretarán a corto y medio plazo con objeto de seguir profundizando en las enormes posibilidades presentes y futuras de especialización para nuestros alumnos de posgrado o aquellos expertos que inician o continúan con sus investigaciones y tesis doctorales en inteligencia en España. Algunas de ellas están en curso y otras a punto de ser defendidas. 

Dr. Julian Richards (University of Buckingham, Reino Unido)

Si hace apenas siete meses organizamos el primer encuentro de la Red EspañolaAcadémica de Expertos en Inteligencia (Esprintel©) con el tema central de la profesionalización y las oportunidades laborales en inteligencia en España, en esta ocasión, otro foro académico como este seminario ha vuelto a revalidar la pertinencia del tema. Quiero agradecer en primer lugar al profesor Tony Hernández como director del programa de doctorado en Documentación de nuestra UC3M su presencia y apoyo en esta iniciativa y a nuestra facultad que nos ha acogido. También a la doctora Virginia Ortiz, directora del departamento en Biblioteconomía y Documentación por su interés y refuerzo. A Raúl y al personal de apoyo y de servicios informáticos y audiovisuales de la UC3M, que nos han ayudado a la difusión y visibilidad de este seminario. Y a todos los alumnos participantes que durante la sesión tanto del lunes como del ejercicio práctico de análisis del martes enriquecieron no sólo el debate sino los métodos propuestos. 
Naturalmente, mi agradecimiento y reconocimiento van dirigidos de manera muy especial para el profesor Julian Richards por aceptar tan amable y generosamente la invitación que le hicimos llegar desde nuestro departamento. Conozco a Julian Richards desde hace varios años y es siempre un auténtico privilegio escuchar su claridad expositiva, su conocimiento profundo sobre la actividad de inteligencia gracias a una característica muy relevante de su perfil profesional: ha sido durante muchos años practitioner, es decir, analista en ejercicio, antes de dedicarse a la docencia y la investigación en el Centre for Security and Intelligence Studies (BUCSIS) de la Universidad de Buckingham en Reino Unido. Hemos coincidido en varias ocasiones en eventos internacionales y asimismo hemos colaborado en el programa de doctorado europeo EUDOCINTA presentado al Innovative Doctoral Program de la Unión Europea. Asimismo, su magisterio quedó reflejado en su libro The Art and Science of Intelligence Analysis (Oxford University Press, 2010), de obligada lectura en los estudios en inteligencia.

En la sesión de la mañana del lunes planteamos una serie de preguntas directas que consiguieron abrir el debate y la reflexión: ¿Qué papel real juegan los gestores de información y los expertos para afrontar la cantidad de información abierta disponible en el mundo de la inteligencia? Es decir, ¿qué tareas, rutinas, subrutinas y métodos habitualmente aplicados y mejorados de las ciencias de la documentación repercutirían indudablemente en la calidad del producto de inteligencia? Contemplar el proceso de generación de inteligencia como una metáfora o variación del método científico ¿es un punto de acuerdo?

Por otra parte, parece evidente que la naturaleza de las fuentes de información requiere la presencia de nuevos analistas con formación orientada a este reto sin perder de vista la necesidad de un nuevo paradigma cultural y organizacional (a new mindset). En última instancia, se trataba de comprender cómo las personas usan información y la comunican para propósitos muy dispares, teniendo en cuenta que el cuadro general de amenazas es cambiante y que, en consecuencia, también las fuentes de información derivadas lo son. En el debate, no olvidamos la participación del sector privado en la construcción de sistemas y capacidades de inteligencia, exponiendo cuál es la cultura de la externalización de capacidades de inteligencia en países que no son Estados Unidos, qué retos, problemas, controversias y beneficios surgen a raíz de esta práctica cada vez más extendida.

No olvidó tampoco el profesor Richards integrar la dimensión histórica de la investigación con fuentes documentales de inteligencia. La cercanía de la Universidad de Buckingham al legendario centro de criptoanálisis durante la Segunda Guerra Mundial situado en BletchleyPark propicia un gran número de actividades relacionadas con la información, su tratamiento, protección y automatización desde una dimensión retrospectiva pero también prospectiva. La gran influencia de Alan Turing (en 2012 se celebró precisamente el cententario de este imprescindible científico en la teoría de la información) se deja notar todavía, gracias a los enormes esfuerzos vanguardistas que lideró en materia de cibernética y protección de la información. Todos ellos propiciaron resultados que siguen siendo considerados hoy en día totalmente vigentes para la ciencia de la computación aplicada a la seguridad y la defensa. La extraordinaria y habitual querencia británica por su historia en general y por su historia militar en particular permite disponer de un sistema de desclasificación documental de fuentes históricas muy bien engrasado, haciendo la delicia de cuantos investigadores se han o nos hemos desplazado en alguna vez en nuestra vida académica hasta los impresionantes National Archives de Reino Unido situados en Kew Gardens (Londres). 

Después de una muy fructífera comida que sirvió de corte y descanso de la sesión matinal, volvimos a las 16.00 a la misma sala para continuar el objetivo de este seminario. Lo hicimos contando con la presencia de varios perfiles de alumnos de doctorado. Tomó la palabra en primer lugar Ivett Aportela, licenciada en Bibliotecología y Ciencias de la Información (2005) y Máster en Comunicación, mención de Comunicación Organizacional (2009) por la Universidad de La Habana. 

En estos momentos Ivett cursa nuestro Doctorado en Documentación de la Universidad Carlos III de Madrid y cuenta con una beca de Personal Investigador en Formación del Departamento de Biblioteconomía y Documentación de dicha universidad, alternando la investigación con la docencia, en apoyo al Departamento. Ivett está desarrollando su investigación en torno a las Bibliotecas Universitarias en los Sistema de Inteligencia Competitiva de los Parques Científico-Tecnológicos Españoles. En ellos, el papel de las patentes y de la patentometría en la producción de inteligencia económica resulta determinante, subrayando una vez más el enorme potencial que nuestros alumnos tienen en esta materia, por ser tipologías documentales conocidas sobradamente por los licenciados en biblioteconomía y documentación.  En todo caso, como bien indicó Ivett, el gran reto reside en diseñar sistemas eficaces y eficientes de inteligencia competitiva adaptados a la realidad de las pequeñas y medianas empresas, con modelos que identifiquen buenas prácticas aplicables a este tipo de organizaciones empresariales. 

En la misma mesa, intervino a continuación Eva Moya, alumna egresada de nuestro Máster en Análisis de Inteligencia y experta en reputación on-line y comunicación en los social media. Nos presentó su caso de éxito más relevante dentro de la compañía Coca-Cola y revalidamos alguna de las ideas que venimos explorando desde hace algún tiempo: la tecnología, por sí sola, no produce conocimiento. Sin embargo, los buenos analistas en ejercicio generan mucho más que simples ideas, reflexiones o palabras. Generan productos tangibles, bien estructurados, procedentes de un robusto andamiaje metodológico analítico y sintético, que conducen a generar ventajas competitivas o beneficios medibles. 

La gestión del conocimiento aplicado, dentro de una perspectiva multidisciplinar (no se olvide que Eva es licenciada en Historia), el diseño de flujos de información en las organizaciones, la capacidad de gestión de la marca, etc., son aspectos que encuentran un escenario de enormes posibilidades en el aprovechamiento proactivo del Networking, o capacidad para diseñar y explotar las relaciones entre grupos. El uso de plataformas como la citada Esprintel o los muchos otros nombres de comunidades virtuales o redes sociales especializadas fue otro de los aspectos planteados por Eva.
 
De izda. a dcha: Julian Richards, Ivett Aportela, Eva Moya, Diego Navarro


 
Ahora bien, como nos ilustró con su experiencia docente Julian Richards en la última sesión de la tarde, si de investigaciones doctorales hablamos, una tesis doctoral es básicamente una gestión de proyecto: un gran proyecto no sólo académico sino también vital. Se requiere fortaleza intelectual, mucho ánimo y buenos supervisores, no solamente coordinadores. Una tesis doctoral es un proyecto de largo recorrido, con una carga emocional muy relevante y en absoluto un sprint para llegar el primero a una meta de laureles mediáticos o académicos. Los alumnos de doctorado en general y en inteligencia en particular deben explicar continuamente lo que hacen, promover reuniones de trabajo semanal con una retroalimentación muy activa y provechosa. Forman parte de grupos de trabajo, acuden a congresos, leen, anotan, producen, avanzan, retroceden, sufren y, en definitiva, componen el próximo avance científico. Quedan muy alejados, por tanto, de todos aquellos que se acercan al mundo académico desde el desconocimiento o desde la simplificación del esfuerzo bien organizado, sin saber exactamente lo que supone o lo que es el proceso tan vitalmente enriquecedor y extraordinario de planificación, desarrollo, conclusión y defensa final de una tesis doctoral. Sabiendo, además, que ese feliz momento es simplemente un punto de inicio, el comienzo de una carrera académica vocacional generalmente mucho más dilatada en el tiempo, tanto que suele ser para toda la vida.



Llegó el momento de la síntesis al final de la tarde y planteamos entonces las líneas maestras de la interrelación, no siempre fácil ni equilibrada, entre los profesionales de la inteligencia y el mundo académico. A este respecto, el trabajo de Stephen Marrin sobre la cooperación y necesario apoyo mutuo entre practitioners y académicos lo considero un trabajo de obligada referencia (Recomiendo vivamente la lectura de las conclusiones de su libro: Improving Intelligence Analysis: Bridging The Gap Between Scholarship And Practice, New York, Routledge, 2011). 

De hecho, se trataba de plantear algunas cuestiones como las siguientes: ¿cómo imbricar la actividad docente e investigadora de calidad, honesta y equilibrada con una cultura de inteligencia nacional? ¿Cuál es la experiencia británica con tesis doctorales? ¿Existe una primacía de la dimensión histórica? ¿Qué grado de inserción laboral existe para un doctor en un programa de inteligencia?¿En qué pueden acabar trabajando? ¿En qué áreas se debería insistir como líneas de investigación futura que muestren claramente el interés y la oportunidad del vínculo entre ciencias de la documentación e inteligencia? Yo, particularmente, propuse éstas:

1. Fuentes abiertas de Información e Inteligencia Estratégica
2. Análisis de Inteligencia
3. Inteligencia Vital y análisis de documentos
4. Minería de Información
5. Prospectiva y estudios de futuro
6. Fallos y falsas percepciones en inteligencia
7. Teoría organizativa y flexibilidad de procesos
8. Visualización de inteligencia
9. Reservas de Inteligencia
10. Historia de la Inteligencia: Application of Learned Lessons
11. Marco jurídico de la actividad de inteligencia: acceso y desclasificación
12. Códigos deontológicos
13. Criptografía y Seguridad
14. Procesamiento del lenguaje natural y gestión masiva de información
15. Normalización y creación de estándares internacionales en las fases del proceso de generación de inteligencia
16. Políticas de información/accesibilidad

Con estas ideas y resultados concluimos una primera jornada de trabajo excelente en fondo y forma. El día siguiente abordamos durante cuatro horas un ejercicio práctico centrado en la situación crítica en Siria. Durante una primera hora, Julian Richards planteó magistralmente los problemas del pensamiento analítico; los fallos de inteligencia, la necesidad de configurar buenas hipótesis de trabajo y, en suma, toda una batería metodológica para abordar el caso concreto. Se formaron los grupos de trabajo y por espacio de una mañana completa, llegamos a conclusiones sobre todo de interacción entre diversas sensibilidades y perfiles profesionales, reproduciendo en la medida de lo posible un entorno de trabajo y análisis. Creo que, a tenor de los comentarios y la satisfacción mostrada por los participantes y por quienes organizamos este seminario, los resultados cubrieron con creces las expectativas preliminares. 

Todo ello, en su conjunto, nos permitió también reflexionar a posteriori sobre valores y cuestiones tales como la visibilidad académica de lo que se hace, la participación de todos, el espíritu crítico y constructivo como características  determinantes para avanzar desde un punto de vista estrictamente científico hacia la excelencia en cualquier campo del saber. También en el de inteligencia, profundizando así en las aportaciones hechas por Julian Richards en torno a la dimensión ética en el trabajo de inteligencia. Y recordé entonces lo siguiente: hace unas semanas, en la universidad de Stanford, Theodore L. Glasser, nos impartió una excelente charla sobre "La práctica de la ética en el periodismo", tema que a raíz del asunto Associated Press y la interceptación de comunicaciones a no menos de 20 miembros de la prestigiosa agencia de información, vuelve a contraponer por enésima vez dos derechos esenciales: libertad de información y seguridad nacional. La persecución de las filtraciones hechas por los llamados whistle-blowers o denunciantes de prácticas de abuso de poder y extralimitaciones en materia de información en el seno de la comunidad de inteligencia de Estados Unidos se ha convertido en una práctica que define el mandato del presidente Obama. Eso y el incremento exponencial de las acciones llevadas a cabo por sistemas aéreos no tripulados. 

En el transcurso de su brillante oratoria y exposición, Glasser recurrió en su charla a muchos autores de referencia y me quedé con una excelente definición de lo que para este profesor americano era la ética en el negocio de la información. A partir de las contribuciones del filósofo Jürgen Habermas (“cualquier código ético de una profesión no puede dejarse elaborar única y exclusivamente por esos mismos profesionales del mismo campo”), el profesor Glasser dijo que “una actividad es ética cuando se somete de manera abierta y natural al escrutinio público”. Por ello, el oscurantismo, la falta de innovación, la endogamia académica y, especialmente, la falta de transparencia o incluso el temor a la participación abierta, crítica y constructiva de alumnos, profesores, profesionales o expertos lastra la tan cacareada excelencia. Los controles de calidad docente, la brillantez contrastada con indicadores cuantitativos y cualitativos, la incidencia de las publicaciones, las encuestas de docentes y discentes y cuantos mecanismos académicos contribuyen a formar en excelencia de manera crítica y constructiva son la respuesta a esa ética en la formación de inteligencia.

Pero la ética no sólo hay que explicarla. No sólo hay que glorificarla: hay que practicarla. Resulta interesante comprobar cómo la prensa nacional ha dedicado precisamente una serie de reportajes este fin de semana al papel de la ética en momentos de crisis: desde la entrevista a Adela Cortina ("¿Competir o convivir"?) hasta el extenso reportaje publicado por El País, sábado 18 de mayo de 2013 ("Respuestas para tiempos convulsos"). En él, figuras fundamentales del pensamiento ético en nuestro país y fuera de él como Javier Gomá, Daniel Innerarity y su debate sobre "libertad vs. seguridad", Evgeny Morozov y el anonimato en la red, etc., ofrecían no pocas luces en torno a sombras e inquietudes. Mientras tanto, el domingo 19, L. Dorronsoro en la página 18 de ABC-Empresa incluía lo siguiente entre los requerimientos exigidos por las empresas a los nuevos profesionales: “Saber idiomas, tener un comportamiento ético y desarrollar la creatividad son algunas de las capacidades mejor valoradas hoy en día por las empresas con vistas a la contratación de nuevos empleados. Sin embargo, no siempre se aprenden en la universidad este tipo de habilidades”. Tras lo cual, me planteé el siguiente interrogante: ¿Qué tipo de ética se enseña hoy en día en las universidades? ¿Qué compromiso deontológico comparten los alumnos de cursos, másters y cuantas iniciativas pueblan el panorama formativo en materia de inteligencia en España? Yo diría que también aquí se necesita juventud, espíritu crítico, apertura, innovación y, claro está, experiencia transmitida por quienes la han acumulado pero no para imponer sus viejos modelos en tiernos moldes de recién licenciados, ni para continuar ejerciendo el control a través de prácticas que hunden su raíz en la más poderosa de las razones: el miedo a perder la influencia de los viejos usos en un área de conocimiento.

En todo caso, hoy que se habla tanto de ética y servicios de inteligencia, algunos ilustres investigadores internacionales analizan de manera rigurosa los pros y los contras de estos dos términos, aparentemente antagónicos o contradictorios, hasta configurar el clásico oxímoron o “contradictio in terminis”. Trabajos como los de Jan Goldman (Ethics of spying), las contribuciones de la revista International Journal of Intelligence Ethics, o recientes artículos como los de Allison M. Shelton subrayan los retos y los no pocos problemas al intentar armonizar la ética y la actividad de inteligencia.

Seminarios como los que organizamos el lunes y publicitamos a través de la web, de Twitter, de Linkedin, de Facebook, etc., son iniciativas compartidas con todos los niveles de formación, especialmente orientadas hacia los alumnos. Son gratuitas, abiertas, accesibles y buscan continuamente la innovación, la participación y el conocimiento compartido. No son ámbitos cerrados o de exclusividad para un único sector elegido de la academia y los profesionales en ejercicio. Sus resultados configuran una cantera de lecciones aprendidas para todos aquellos que se aproximan a los estudios en inteligencia desde una perspectiva estrictamente académica. Y, en último caso, ahí están los resultados: claros y verificables, abiertos y contrastables, compartidos y sometidos al escrutinio público y a la evaluación. 

 


Diego NavarroB.
 
 

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