SUPERADOS ya los ecos cada vez más lejanos del verano, iniciado este octubre que siempre
es mes históricamente de cambios y revoluciones, me doy cuenta (no sin mezcla
de sorpresa e infinidad de recuerdos) de que hace veinte años inicié mis
estudios universitarios en el área de Biblioteconomía y Documentación, ámbito
al que sigo dedicando con la misma ilusión y satisfacción mi actividad
profesional docente e investigadora. Esta misma mañana lo celebraba con mis alumnos de Paleografía y de Gestión Técnica de Documentos de Archivo.
ES CIERTO que hacía bastante tiempo que no escribía en el blog. Colegas,
compañeros y amigos me lo recuerdan y yo les digo que sí, que tienen razón.
También me vuelven a decir que hay medidores de influencia como Klout que
analizan el grado de presencia, visibilidad, impacto, etc., de uno en la web
social. Y yo les vuelvo a decir que sí, que todo eso está bien y que si es
preciso escribir todos los días 10 tweets y cada semana un par de entradas en
un blog, sería bueno abrir el debate en torno a la cantidad vs. calidad de lo
que se escribe. No es nada nuevo por otra parte, ya que los bibliómetras y
analistas métricos de información llevan muchas décadas trabajando con técnicas
cuantitativas pero también cualitativas de medición de todos esos indicadores
orientados a determinar la visibilidad y el impacto de la producción
científica, más allá de la ilusión de la omnipresencia y vano deseo de
convertirse en gurú, experto de cabecera o referencia diaria de un tema, como
los antiguos oráculos. A este respecto, leía el otro día en El País la entrevista que le hicieron a Joe Fernandez, creador de Klout, el exitoso
medidor de influencia en la web social y recomiendo su lectura (con cierta y
saludable distancia).
Así
que escribo con retraso y con gusto pero también con el convencimiento de que
una masiva y exitosa presencia de lo escrito en las redes sociales no equivale
a calidad en el discurso ni a avance en lo aportado. Aquí me asalta el viejo
clásico de que la “demasiada sobreexposición, reduce el valor del objeto”. Y,
sin embargo, uno no ha dejado de escribir, investigar, trabajar y sentir la
necesidad de profundizar en líneas enormemente sugerentes en torno a la
información, la inteligencia y su aplicación al entorno de la seguridad y la
defensa. Así que ustedes me perdonarán si últimamente escribo poco en el blog,
en twitter o en linkedin pero, lo aseguro: he estado escribiendo (y no poco!)
El
verano ha sido intenso: trabajo a pie de archivo en México, conclusión de mi
libro sobre Análisis retrospectivo de inteligencia y lecciones de Historia (Tirant Lo Blanch,
2013, en prensa), y participación en la Sesión X “Archival Practices.Producing Knowledge in early modern repositories of writing” de la jornada de estudio
organizada por mi admirada LMUniversität de Munich bajo la coordinación de los
queridos amigos y colegas Arndt Brendecke y Markus Friedrich. Ambos son autores de sendas monografías sobre el valor de la información y el origen de los archivos en la Edad Moderna, realmente extraordinarias y que tanto están contribuyendo al estudio de la historia del conocimiento en la Europa moderna.
Compartir con ellos y con más colegas las jornadas en Munich nos permitió seguir ahondando en la siempre fértil vinculación entre historia,
archivos y procesos de toma de decisiones. A este mismo asunto, el de la
historia de los archivos y su vinculación con las minorías étnicas, religiosas,
etc., dedicaremos una próxima sesión de nuestro proyecto “Archives”, bajo la
denominación: “Archivos marginales: las otras caras de los conflictos dearchivo (siglos XIV-XXI)” que organiza la prestigiosa Casa de Velázquez y que
tendremos el honor de acoger el próximo día 25 de octubre en mi Universidad
Carlos III de Madrid.
Mientras
tanto, se publicó ¡¡¡por fin, tras tres años de trabajo!!! el artículo
"Photographic Air Reconnaissance during the Spanish Civil War, 1936–1939: Doctrine and Operations", en la reconocida revista británica War in History, vol. 20 (julio 2013),
pp. 345-380, resultado de una excelente colaboración surgida de las aulas del
Instituto Universitario Gutiérrez Mellado. En él, un alumno, hoy experto y amigo, de las
primeras promociones del Curso de Experto en Servicios de Inteligencia y yo
mismo, llevamos a cabo una investigación con fuentes documentales históricas
relativas al uso estratégico, operacional y táctico de la inteligencia de
imágenes obtenidas por los aparatos de reconocimiento aéreo fotográfico durante
la Guerra Civil Española en ambos bandos. Este artículo redactado conjuntamente
refuerza la estupenda sinergia profesores/alumnos en el ámbito de la docencia y
la investigación en inteligencia en España y sigue ofreciendo grandes perspectivas
de estudio y avance conjunto, como he venido defendiendo desde hace años. Por otra parte,
gracias a la amabilidad y generosidad de José Ramón Soler Fuensanta y Javier
López-Brea Espiau, dos grandes expertos en historia de la criptografía en
España y buenos amigos, intervine en la publicación del artículo titulado
“Revealing Secrets in Two Wars: The Spanish Codebreakers at PC Bruno and PCCadix”, publicado en Cryptologia. 37:
3 (2013), donde se analiza el papel y la competencia de los criptógrafos que
trabajaron para el bando republicano.
Indudablemente,
este octubre trae el aroma de los cambios, de las transformaciones surgidas
como consecuencia de mi renuncia a las direcciones de Máster, Revista e
Instituto. Todas ellas constituyen una etapa dejada atrás, con venturas,
aventuras y desventuras de la más diversa consideración y calificativo. Es
etapa, por tanto, rebasada con creces por nuevos proyectos ilusionantes en los
que el manejo de la información, su transformación en conocimiento, la
estructura de los datos, los perfiles profesionales de nuestros expertos en
archivos, información y documentación, se regeneran y vuelven a plantear retos
profesionales de enorme calado. Aquellas renuncias (en puridad, dimisiones y a
decisión mía) me permiten ahora disfrutar de un mayor tiempo que está siendo
invertido en tareas, proyectos y planes como los anteriormente descritos. Por
otra parte, plataformas como Esprintel siguen siendo espacios de comunicación e
intercambio especializado en materia de inteligencia contribuyendo a que profesores, alumnos, estudiosos y expertos en inteligencia en España e Iberoamérica dispongamos de una herramienta compartida.
Espías en la frontera
Decidí pasar la soleada tarde de domingo en el cine. No tenía que repasar mucho la cartelera
porque iba a tiro hecho: acababan de estrenar el documental titulado El rey de Canfranc. Sé que este tipo de
películas e incursiones audiovisuales
en la historia duran poco en cartelera, así que rápidamente aproveché el último
día de festejos nacionales y regionales con motivo del 12 de octubre y me
olvidé de todo para sumergirme en la historia. El documental es una maravilla;
un trabajo muy bien hecho y lleno de emotividad y encanto. Narra las
actividades de Albert Le Lay, oficial de aduanas francés destinado en la
Estación Internacional del Ferrocarril en Canfranc (Huesca). Gracias a su
compromiso con la Resistencia francesa, se erigió en enlace clave para las
operaciones de espionaje, sabotaje y paso de mercancías, personas y
comunicaciones de un lado a otro de la frontera en plena Segunda Guerra
Mundial.
En
realidad, el personaje y la historia de la mítica estación de Canfranc no son
nuevos. Hace años, el hallazgo de los papeles abandonados de la estación motivó
varias investigaciones y trabajos monográficos debidos a Ramón J. Campo desde
las páginas de Heraldo de Aragón que
destaparon aquel paso del oro nazi camino de España por unas vías del tren,
mientras por las otras se cargaban de los
preciados minerales, camino de las factorías alemanas para el sostenimiento de la industria de guerra,
especialmente el abundante wolframio español utilizado para la aleación de los blindajes de los carros de combate
alemanes.
El
documental es un canto emocionado a todos aquellos miembros de la Resistencia,
especialmente Le Lay, que contribuyeron con redes de agentes, conocimientos de
la geografía oscense o simplemente colaboraciones ocasionales, a la derrota de
los alemanes en aquel pequeño y estrecho pero importantísimo nudo ferroviario.
Se sitúa la acción, además, en un maravilloso entorno que evoca los legendarios
espacios de encuentro fronterizo en plena guerra mundial de indudable sabor
añejo por las historias clásicas de espías. Ciudades como Lisboa, Zurich, Viena
o Estambul (por no citar la clásica Casablanca, mencionada por cierto en el
documental) ocupan un lugar propio entre aquellas ciudades y núcleos de
población tan íntimamente vinculados a la geografía del espionaje mundial.
Allí, en la pequeña localidad de Canfranc, al pie de la bellísima estación
internacional, el hotel y los hotelitos aledaños fueron testigos de encuentros
clandestinos, conversaciones entre agentes dobles, contrabandistas, policías
españoles, miembros de la Gestapo, espías españoles y franceses, oficiales de aduanas, pastores que pasaban a
judíos evadidos de la Francia ocupada librándose de un destino cruel en los
campos de exterminio, etc.
En
suma, una magnífica manera de ocupar una hora y media de un domingo crepuscular
y un gran documental, totalmente recomendable, que me recuerda notablemente el
gran trabajo de otras investigaciones filmadas en torno a agentes, espías y
miembros de servicios de inteligencia como la de Juan Pujol alias “Garbo” y el
excelente trabajo que fue objeto de atención mediática y edición en un dvd
realmente meritorio.
Además
coincide simultáneamente el estreno de El rey de Canfranc con noticias y
novedades bibliográficas que vuelven otra vez sobre la historia de aquellos
alemanes que abrazaron la causa nazi más profunda y abyecta, implicándose desde
la grisura burocrática en la gestión de la información y contribuir así a la
aplicación del ideario y el plan de organizaciones tan netamente totalitarias y
asesinas como el SD. Por una parte, leo la estupenda SS: una historia nueva (Madrid, Turner, 2013) de Adrian Weale, oficial
de inteligencia británico en la reserva, periodista e historiador. De especial
interés resulta el capítulo X dedicado a este servicio de inteligencia y
seguridad de las SS, el infame SD (Sicherheitdienst) del implacable Heydrich.
Y, a la vez, en la pantalla vuelven los ecos de aquellos otros nazis como el
nebuloso Menguele y su traslado a Brasil
en la película El Médico alemán, mientras, simultáneamente, muere el día
11 de octubre
en Roma con 100 años el asesino Erich Priebke, el capitán de las SS que condujo los fusilamientos de las Fosas Ardeatinas, episodio marcado a fuego en la
conciencia y la historia de la capital italiana durante la ocupación alemana.
EN RESUMEN: Historia, reconstrucción, valentía, oprobio y un renovado interés por
estos capítulos de una Europa no tan alejada en el tiempo. Por cierto, una
curiosidad final: las coincidencias a veces son elocuentes. Esa misma mañana
de domingo compraba una edición de las voluminosas memorias del coronel Rémy, uno de losagentes secretos más renombrados de la Francia ocupada, responsable de cientos
de misiones y protagonista excepcional de la historia del espionaje en la
Europa contemporánea. Pues bien, me entero de que Rémy fue el jefe de Le Lay.
Coinciden para mi ambos nombres el mismo día de manera totalmente sorprendente:
en un libro por la mañana y en una película documental, sorpresivamente, por la tarde.
DNB